"La primera sensación que tiene alguien con un niño es un contacto con su propio niño". Las palabras de María del Carmen Esteban, directora de la Casa Cuna, describen parte de la experiencia que vivieron los jugadores que Atlético que ayer a la mañana visitaron la ONG y el Hospital de Niños para entregar los juguetes que los hinchas donaron, por iniciativa del club, la Fundación León y el programa "Soy Decano".
El primero en hacer ese contacto fue Luis Rodríguez, quizás el más reconocido por los pequeños y que ingresó al recinto pasadas las 10.30. "Ese es el que hace los goles", intentó explicar una de las empleadas cuando el "Pulguita" que llegó con una bolsa llena de juguetes, como los que alguna vez lo entretuvieron a él.
Atrás suyo arribó el malón de jugadores, de Primera (22 en total) y del equipo de Futsal con las mismas bolsas que tenía el simoqueño. Adentro, los esperaban los niños que habitan la casa y los que llevan adentro. "A mi siempre me regalaban botines y pelotas, era lo que me gustaba", dice Gastón Cuevas, uno de los más chicos del plantel, con 20 años. "Por más obvio que sea, también fuimos niños", explicó Ricardo Rodríguez.
La presentación había concluido y era tiempo de salir a jugar. Los "decanos" eran visitantes y el patio era el escenario. Fabricio Lenci recibió a una niña que se le durmió en los hombros. "Los nenes son muy tiernos y se terminan encariñando con uno", dijo el delantero aunque su cara de felicidad al salir probaba que otras palabras de la psicóloga Esteban eran ciertas. "Es una experiencia única para los chicos pero de gratificación mutua", aseguró. Y así lo parecía para Julio Mozzo, por ejemplo, uno de los que más abiertos con los chicos. "Tratamos de restaurar los derechos de los niños", agregó Esteban y el plantel no solo lo pudo comprobar sino que había aportado un pequeño, pero granito de arena al fin.
La segunda parada era en el hospital. Uno a uno, fueron subiendo las escaleras para el encuentro. Esta vez, no había patio y los chicos los recibieron en las camas donde se encuentran internados. Alrededor de Luana, de seis años y recién operada de peritonitis, se instalaron Cuevas, Franco Sbuttoni y Maximiliano Barreiro. La niña memorizó algunas canciones de Atlético que su padre, fanático, le había enseñado. "Nos contaba que ella y su papá nos veían por tele. Fue muy lindo estar con ellos", dijo Barreiro que se interesó por la historia de varios chicos.
Luana, además de cantar los hizo jugar con su muñeca y un cubo de peluche, los juguetes que le habían tocado. Cerca suyo estaba Walter, un niño que había sido pateado por un caballo y ya luego de la operación, vestía una camiseta de fútbol. "Era hincha de Barcelona", contó el autor del gol el martes
De repente, embocarla en un arco se había transformado en pan comido después de enfrentarse con lo que viven a diario las criaturas. "Había otra nena que por problemas judiciales no podía estar con su familia, estaba un poco bajoneada", contó Barreiro que junto al resto, se tomó una fotografía frente a la puerta para tener de recuerdo. Los nenes de ambas instituciones ya tenían el suyo.